miércoles, 8 de octubre de 2008

Reflexiones sobre la Corriente Tradicional y su relación con las TIC en el Modelo 1:1

En el modelo 1:1, a partir de la corriente tradicional, el docente, ordena los pasos a seguir, vigila que estos se cumplan, a partir de un programa preestablecido, en la búsqueda de evitar el error, y los alumnos trabajan, en función de lo que el docente estableció. En esta modalidad, el intercambio entre alumnos es casi nulo, limitándose a desarrollar las pautas establecida por el docente. Es una modalidad de trabajo que limita la creatividad, y encasilla a los alumnos en trabajos, no se tiene en cuenta las expectativas ni intereses de los alumnos. No brinda consejos y apoyo técnico a los niños en el manejo de las TIC. Si hablamos de desarrollar actividades formativas específicas, éstas son escasas. Tiene dificultad para gestionar los grupos de trabajo, se basa en la individualidad que es su fuerte. No incorpora, ni modifica nuevos materiales al entorno educativo del niño, porque no confía en ellos. Con respecto a los contenidos expuestos, ni extiende, ni clarifica, y ni explica los contenidos presentados a trabajar en el aula. Existe una falta de supervisión en las actividades del niño. No hay posibilidad de formular preguntas que sirvan como indicadores sobre la marcha del niño. Este docente tiene dificultad para diseñar actividades que faciliten la comprensión de la información.
Otro punto importante en el trabajo en esta modalidad, es que no realiza valoraciones positivas ante aciertos y/o errores. Trabaja en forma aislada, sin mantener contacto con el equipo docente de su institución. Es nula la incitación a sus compañeros de trabajo para que amplíen y desarrollen propuestas de uso de las TIC en sus respectivos grupos.
En esta corriente es quizás donde se corre mas riesgo relacionado con lo planteado por Apple (1987) en Ideología y Currículo, y el problema de los saberes puestos en juego en la relación educativa, ya que en esta modalidad, los docentes marcan y determinan los trabajos y sus orientaciones, y que estos a pesar de presentarse como neutrales, esconden componentes ideológicos y de poder, que aun cuando se presentan como estructuras curriculares neutrales y fuertemente legitimados, esconden elementos, que hacen y tienen su origen en criterios pautados “en términos de reproducción del capital cultural dominante”, que no tiene porque ser el de a quienes está dirigido, generando y aumentando los mecanismos de resistencias a las nuevas propuestas, y rechazando los cambios que estas propuestas pueden generar, ayudado por institucionalidades, que establece reglas y códigos, como forma de mantenerse e evitar los cambios.
Es una modalidad de trabajo que no se adapta a las diferentes culturas generales y/o regionales, manteniendo relaciones de poder, por encima de las expectativas, y la generación de conocimiento no siempre logra el desarrollo humano, y si modificaciones y regulaciones sobre quien están dirigidos estos conocimientos.
En la corriente crítica, el docente, pauta líneas generales de lo que se desea, pero deja en libertad a los alumnos, para que desarrollen aquello en lo que tienen interés en forma autónoma; el docente es mediador y guía, del alumno, pero es este quien plantea objetivos y desarrolla el trabajo. En esta modalidad, a pesar de que cada alumno cuenta con los instrumentos tecnológicos, en el desarrollo de su trabajo; existe intercambio y consultas entre sus pares, y no se deja de lado el trabajo colectivo, como recurso posible.
Esta corriente, debe tener en cuenta la realidad y el entorno del educando, a la hora de proponer, cuando lo hace, o para estar abierto a las propuestas. Los docentes deben tener conocimiento de las expectativas, no ser determinante en las propuestas y si un guía en las que se proponen.
Este conocimiento que los docentes deben tener de las diferentes realidades culturales, sociales y económicas, determina además tener una preparación que les permita adaptarse e involucrarse, por lo que su formación no debe ser estructurada y si muy flexible, acompañada además por el sistema que lo forma, ya que supone educadores abiertos a los cambios, que muchas veces trasciende lo pedagógico y didáctico, y en la búsqueda de la cantidad, pero no exenta de calidad, en sociedades con nuevas relaciones culturales y laborales, que además, genera cambios profundos en tiempos pequeños.
Algunas criticas a esta corriente, marcan, que en el fondo los que se busca, es preparar gente para un mundo capitalista y el control social, con una enseñanza que debe formar en habilidades, mas allá de los contenidos, y donde la competencia es fundamental, pero con fuerte “afianzamiento de lo actitudinal en la enseñanza, cuando se plantean objetivos de formar hombres flexibles y adaptables, autónomos, con capacidad de decisión y con competencias comunicativas suficientes” (Teorías pedagógicas contemporáneas).

De nada nos sirve una computadora por alumno, y toda la tecnología a su servicio, si no construimos seres pensantes y críticos, con una formación general, en aquello, que fue históricamente, y por demás exitoso, en nuestra educación. “Cada corriente y modelo pedagógico ha surgido desde expectativas sociales diferentes que los fueron alentando hasta producir los cambios. (Pero) los cambios nunca son totales y definitivos, y cada modelo aporta algo” (Achard, Isabel).
El docente, ya no se construye a partir del imaginario de tener conocimiento y poder, y si en él rol de guía y formador, con conocimientos, identidad profesional, competencias profesionales prácticas y personalidad, pero con continuas modificaciones y ajustes, que acompañen los cambios en su entorno profesional, que casi siempre son mas rápidos. Estos nuevos tiempos tecnológicos, ponen en duda el papel que juega el educador como generador de conocimiento; la información que necesitan los jóvenes, está al alcance de una tecla, el rol del educador no puede ser únicamente generador de información, debe ser un complemento, selección, análisis y crítica, lo que hace necesario la “conformación de comunidades críticas de profesores, de cara a una acción transformadora y en el marcote una sociedad educativa y democrática”. (Kemmis).
Los docentes, deben favorecer la autoestima y autonomía, promover la participación de todos aquellos involucrados en la formación del joven, y la educación democrática en la gestión de los centros educacionales. Las escuelas como generadores de conocimiento y actividad hacia fuera, no cerrada a los intereses de su entorno.
Todo lo anterior supone, que el docente debe coordinar con sus pares, por lo que se requiere, igual preparación para todos; estar actualizados en el uso de las nuevas tecnologías, lo que requiere preparación; fomentar el trabajo cooperativo y de colaboración en todos los órdenes, con acompañamiento personalizado para quien se les hace necesario, fomentando el espíritu critico, que hace necesario que los docentes y quien los forman sean también críticos, con una educación de calidad y equidad, vinculando las culturas laborales e institucionales con los docentes y los centros educativos
A estos cambios nos resistimos, ya que suponen pérdida de poder y centralidad; estos suponen una nueva concepción de educación y de los docentes; se hace necesario nuevas experiencias y un constante “aprender”, como también cambios en las estructuras y planes, que deberán ser mas abiertos y menos burocráticos, permitiendo adaptarse a los cambios con mas rapidez y practicidad. Estos no deben ser sólo mentales, debemos generar cambios estructurales y de planificación.
Las escuelas se constituir en centros generadores del conocimiento y complementación democráticos, donde se eduque individuos con ideas claras contra la explotación, desigualdad e injusticia; que respete diferencias culturales y políticas; abierta a los cambios, el diálogo y la crítica; rechazando falsas objetividades; con docentes comprometidos con su trabajo y el entorno. Las nuevas pedagogías críticas, se construye a partir del trípode formado por los intereses técnicos, formado por los saberes instrumentales a partir del trabajo, y relacionado con las ciencias empírico-analíticas; los intereses prácticos, que se manifiestan por el lenguaje, dando lugar a las ciencias interpretativas; y lo intereses emancipa torios, relacionados con el poder y la ideología, y que dan lugar a las ciencias críticas.

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